septiembre 24, 2010

Viento

Yo me equivoqué, yo quise ser eterno
no quise ser un segundo solo en tu reloj
ni la bufanda de tu invierno

Yo me apresuré, no pude quedarme quieto
quise alejar las nubes de tu sol
y regalarte un cielo tan perfecto...

Hubo un lugar,
y hubo dos extrañas personas, aves
que quisieron desplegar sus alas
pero no hubo viento en la ciudad

septiembre 23, 2010

El Olmo

El comienzo de todo estaba en la lectura, en la lectura de lo que otros habían escrito, de textos que atrapaban y soltaban para que otro texto atrapara y soltara, esa era la cadena en el comienzo de todo.
El ulterior resultado era placentero si bien en el proceso miles de experiencias, sensaciones y vivencias eran trasmitidas desde el texto y aprehendidas en la mente las tres letras que dan por culminada la experiencia te liberaban, aunque no siempre inmediatamente y te permitían seguir con tus propias vivencias y sensaciones.

Fue al decidir que era posible transmitir las vivencias propias para que otros las lean y se identificasen que empezó lo que vino después del comienzo de todo. Al momento de empezar a escribir se produjo un extraño conjuro que hacía que no pudiera discernir si lo que escribía sucedía luego, o lo que sucedía luego lo escribía o si en realidad todo estaba pasando al mismo tiempo, a cada momento y en cada lugar... pero llegó el momento en que ya no sabía adonde estaba lo real y adonde estaba lo que yo escribía...

Una noche lo que escribía encontró quien lo leyera y, de esto no me cabe ninguna duda, encontró quién lo viviera, sintiera y se identificase con lo que leía. Y ese fue el final de lo que vino después del comienzo de todo. Quise dejar de escribir y no pude, durante años no pude.

Ya no podía perder a quien me leía, no podía perder ni un segundo de su atención. Y , entonces, nació el Olmo.