mayo 27, 2013

Correr

Miraba hacia el horizonte con mi mano haciendo visera y me preguntaba hacia mis adentros, ¿Hasta dónde? pero también ¿Hasta cuándo?. El por qué y el para qué habían dejado mi boca rendidos ante la evidencia que esto era algo bueno para alguno de los dos ahora y después y para los dos después de todos los ahora y todos los después. 

Contaba hasta diez siempre que me asaltaba esa impredecible ansiedad, la que me hace correr sin aire y la que me hace encerrarme sin sueño. Conté diez segundos, diez minutos, diez días, diez meses y hasta conté diez años y todos los sueños pasaron y el contador llegó a cero muchas veces momento en el que a veces salió el sol para luego llover y llover, hacer frío y llover, parar de llover y salir el sol, salir el sol y hacer frío, irse el frío y bajar el sol para luego hacer calor. Todos los climas, todos los meses, todas las estaciones, las mismas preguntas, las mismas personas.


Te vi correr y correr y alejarte y pensé ¿hasta cuándo? pero también ¿hasta dónde?. No me quedé para averiguarlo sino que volví por donde había llegado. 
Pero luego te vi correr y correr escondiéndote nuevamente y solamente pensé ¿hasta cuándo?. 


Te vi a lo lejos llegar hasta el fin del mundo, le habías ganado a todos los que te corríamos, los que te perseguíamos, los que no te dejamos vivir. Miraste hacia atrás al llegar a la meta, te diste vuelta para recibir ese abrazo. Pero ya había caído el sol, y llegado el frío, el viento, la nada, la soledad... ¿Hasta cuándo?.

mayo 20, 2013

Primavera

Era una tarde primaveral de alergias en las narices y mangas cortas en los brazos. Un rayo de sol cortaba el cielo en dos y nuestros ojos entrecerrados lo veían, lo miraban, lo recibían, lo miraban. 
En el medio de un camino de hormigas mi pie derecho y mi pie izquierdo sobre mi rodilla. Sobre mis manos mi cabeza, sobre mi cabeza las nubes. Mis ojos fijos por todas las horas que nunca se quedan quietas.

Cuando la tarde se va y entonces la noche está cerca las sombras desabrigan este lugar. Entonces nos paramos para volver. Yo miro al costado y veo que está tu sombra, y tus brazos tan desiertos. Y tanto frío queriendo abrazarte.