agosto 02, 2015

La H no es muda

“La H es muda” dijo la maestra.

Nacho intentaba prestar atención en la clase de lengua pero nunca le habían interesado las letras, ya que al fin y al cabo, no las usaba muy seguido.
En la clase no hablaba mucho, prefería, en cambio, dibujar en su cuaderno.
Pensaba: -¿Qué podían tener de interesante las letras?- Solo eran rayas derechas y curvas...

La maestra insistía con que la H era muda y Nacho miraba por la ventana, las nubes, el sol y se olvidaba de la clase… -¿Para qué podían servir las letras?- Pensaba.

Escribió su sobrenombre en el cuaderno y se dio cuenta que llevaba una h.
Siguió dibujando, pero ahora hacía letras con caritas y manitos, y las dibujaba hablando entre ellas...

La A, la líder de las letras, golpeaba la mesa para llamar la atención de las demás que no paraban de hablar sin escucharse, interrumpiéndose…

La T: - t t t tran-quilizate -, tartamudeaba.
La Q preguntaba, como siempre cuestionaba todo: -“¿Qué pasó? ¿Quién es? ¿Qué hacemos acá?”

La O comía y hablaba con la boca llena.
La Z dormía con las piernas sobre la mesa.
La P no paraba de decir: -pero, pero, pero-, pero nunca decía nada.

La M meditaba y solo se le oía decir: -mmmmmm- sin decidirse, mientras la N no paraba de negar con la cabeza continuamente: -no, no, no -, aunque no sabía que pasaba.

La A volvió a golpear la mesa y todos hicieron silencio… lo único que se escuchaba era el ronquido “zzzzzz”.

La A se puso por delante de la fila y comenzó a ordenar que todas las letras se agruparan en el abecedario. A propósito, decidió omitir a la H.
Todos sabían que la A nunca quiso mucho a la H. Ésto comenzó una vez cuando la A, enojada porque la H no respondía, le dijo: -¡Haragana! ¿Por qué no hablás? ¡Ya me hartaste!-
Y se enojó aún más al darse cuenta que en todas las palabras que pronunció, la H estaba por delante de ella.
Entonces volvió a gritar: ¡Que bronca, la H está por todos lados!
Desde aquel entonces divulgó por todos lados que la H era muda y que no servía para nada, lo que le dolió muchísimo a la H, por lo que decidió irse del abecedario por un tiempo.

En la reunión, todas las letras estaban sorprendidas por la ausencia de la H, pero ninguna decía nada, a excepción de la C que dijo: -falta la H, ¿alguien la vio?-
Y la A contestó: la H es muda, no la necesitamos.

Quedaba claro que la A quería deshacerse de la H.

La H, alejada, meditó durante un buen tiempo. La verdad era que ella nunca se había puesto a pensar en el sentido de su existencia. Y esto de no tener un sonido propio, la inquietaba demasiado.

Un día, entendió que tenía que hacer un esfuerzo por hablar, y como hacía mucho tiempo que no lo hacía, por su boca salieron puras Haches, sin sonido.

Decidida hizo un esfuerzo enorme y con todas sus fuerzas logró decir una palabra:

La H dijo: -Hola-.
El eco de ese lugar le contestó: -Ola-.
Ésto le llamó la atención.
La H volvió a hablar: -¿Hay alguien ahi?-.
Y el eco le contestó: -¿Ay, alguien, a-y?
La H, sorprendida gritó: -Si, ¡hay!-.
El eco le contestó: -Si, ¡ay!-.
La H se dio cuenta que no decían lo mismo, aunque se escuchara igual. Y entonces comprendió que ella si era importante.

Y, entonces, decidió que debía emprender su retorno al abecedario.

En la reunión de las letras, y ante la ausencia de la H, la A quería que todas tomen la decisión de expulsar a la H.

La E volvió a dudar: -eeeeeeh…-
La Ñ se asombró tanto que su ceja subió bien alto, por lo que la confundieron con la N.
La O se quedó con la boca abierta.
La S decía: - Si si si, señor-.
La T tartamudeaba: -T t t t testarudo-.
La C gritó: - ¡La H no es muda che!, ¿cómo la vamos a echar?-
La Q preguntó: -¿Qué? ¿Habla? ¿Qué sonido tiene?-.

Las letras se quedaron anonadadas. Sólo se escuchaba el ronquido de la Z que nunca se había despertado.

La A dijo: -Hable o no hable, para mi no sirve-.

De repente la H entró abruptamente a la reunión. Todas las letras se asustaron tanto que se amontonaron en un rincón.
La H miró a todas las letras y dijo: -Yo soy la hache, hecha y derecha, y a mucha honra. Soy tan importante como todas, no me pueden echar. He dicho-

La A quedó tan sorprendida que el palito entre sus piernas se le cayó al piso.
La E gritó con toda sus fuerzas, alegre: -¡EEEEEEEEEHHHHH!-
La S contestó: -Si si si si si-.
La O dijo: -¡Ohhhhhh!-
Tan decidida habló la H que hasta la Z se despertó.

En ese preciso momento sonó el timbre llamando al recreo y Nacho se fue dejando el cuaderno abierto sobre la mesa. La maestra que pasaba por ahí, se detuvo a mirarlo.
Pudo ver muchos dibujos que mostraban las personalidades de las letras. Y la H a un lado diciendo: -Yo no soy muda, soy tímida-.

La maestra se sonrió y cerró el cuaderno.