Si cuando cruzamos esa puerta el calor es todo el calor y las miradas cabizbajas y las manos por delante con brazos cruzados o los dedos entrelazados es la constante de todas las personas reunidas alrededor de un hueco al que apuntan todos los pies, tus ojos sin lentes brillan por el agua y es como la sorpresa de la espera del que espera que quien cruza esa puerta sea alguien querido, para poder sentir esa compañía, esa palma en la espalda, esa voz cariñosa y genuina.
Si ante todas estas presencias tu cara sigue dibujandose sonrisas sobre si misma, es porque esa necesidad de proteger habita irrenunciablemente y estará ahí por siempre. Y tal vez a veces entendemos estas noches, estos dias, esas tardes como el final de algo y sin embargo es el principio.
Porque este camino que han caminado los dos y en donde el que al principio esperaba al otro en su paso lento, ahora al final intercambió ese rol con el otro... es este camino donde se ha dado todo lo que habia para dar y en donde al soltarse la mano, ambos se han dado permiso para descansar y para continuar el camino. Un camino que se construye con las palabras del que estuvo antes para ofrecérselas al que viene luego, que también tiene algo del primero porque es una cadena con todos los eslabones, los de la vida, los de la muerte, que es la vida que continua en algún lugar... en algún lugar del corazón de los que se quedan de este lado y dicen "hasta pronto".
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