noviembre 26, 2012

Nocturna

Quería tomarme un momento y mirar por la ventana abierta, sentir que esta noche muda y estrellada podría cobijar todos esos pensamientos que no llegan hasta el corazón. Podría tomarme unos segundos y apoyar mi cara sobre la palma de mi mano y mi codo en el balcón. Podría elegir si cerrar los ojos o mantenerlos abiertos mirando un punto fijo al final de esta calle que conozco desde que nací y desde que volví a nacer, si me tomara el tiempo para hacerlo. 
Pensé en tomarme unos minutos para medir la distancia entre mis pies y mi cabeza, mis pies y la tierra, mi cabeza y las nubes. Podría tomar mis propias manos y envolver mi cuerpo con mis brazos. Podía tomar la decisión de bajar la persiana e irme a dormir. 
Tomé una silla de mi casa y luego otra, me senté en una y apoyé los pies en otra, sostenía la música en mi mano derecha y la nada en la izquierda. 
El cielo seguía mostrando las estrellas, entonces miré hacia adentro, de mi casa, de mi mismo, del almanaque. Noté todo el vacío y las estrellas también, compañeras de él. Tomé un poco de ese vacío y de esa soledad, las arrojé por el balcón, logrando en un momento mágico un haz de luz. Al iluminarse la calle, vi al final de la calle que veníamos caminando hacia acá, miré adentro nuevamente y estaba tu sombra, esperando por tu cuerpo, para darle sentido a todo este cuadro, a todo este tiempo tomado... esta noche y las demás.

noviembre 21, 2012

Oídos sordos

Una infrecuente constelación de palabras, fugaces, insípidas. Tan diferentes, indiferentes, tan injustas con el momento y con la historia de los momentos de siempre, siempre antes, siempre durante. Después, no sé que es el después. Pero está ahí, ahí lo veo. Cierro los ojos, ahí lo veo.
Recuesto mi espalda y levanto las piernas para descansar. Puedo sostener el vaso en la mano derecha y echar la cabeza para atrás, apoyarla en el respaldo. Los ojos siguen cerrados, pero en la oscuridad de la ceguera que provocan toda clase de imágenes aparecen. Puedo respirar profundo, y el vaso refresca mi frente. Y sigo respirando profundo... no es mal humor pero no sé como se llama. No cambia mucho el color de las cosas, porque está acá en este sillón.
Conformarse, es como firmar un empate... por miedo a ir para adelante y perder por goleada... 
Ojos que no ven, corazón que no siente... oídos sordos... toda esta necedad, tan nuestra y en contra nuestra.

noviembre 18, 2012

Dos mil cinco

Me encontré con un recuerdo ubicado en el medio de dos momentos inolvidables. Corría el año dos mil cinco y me asombré que ese momento estuviera tan cerca del primer momento inolvidable y tan lejos del segundo momento inolvidable. Quise darme cuenta. A quién me parecía más. Y qué era yo. Creo que era la misma persona. Siempre lo fui. Siempre lo soy.

noviembre 14, 2012

El camino de los sueños

Cuando tomamos ese camino juntos, uno al lado del otro, de la mano o no, pero siempre en mutua compañía, ninguno sabe hasta donde podríamos llegar. Se trata de un camino muy largo del que no se ve el fin y en el que a veces llevamos el mismo paso, a veces no, a veces uno se detiene a atarse los cordones y el otro se adelanta, de golpe el rezagado corre y alcanza al otro pero este a veces corre más rápido y se vuelve todo una carrera y a veces una persecución. 
En este camino, todos los climas existieron inclusive un temporal y un abrazo estival del Sol un compañero ocasional, no tan frecuente como la Luna y las estrellas. El camino no siempre fue igual, a veces sobre césped, alguna vez sobre la arena... fue cuesta arriba, fue en bajada... fue un camino en círculos, en una noche, en una plaza, un círculo que no paramos de trazar con nuestros pasos mientras duró la sed. 
Un camino con piedras, piedras en el camino, piedras en el zapato y piedras preciosas en tu mirada, la fuente de toda la luz en este camino nocturno.
Es un camino señalizado, conocido, cotidiano y pese a eso muchas veces no podemos esquivar los obstáculos, como los pozos del camino, del ánimo, del corazón... y a veces cuando uno cae en un pozo, el otro lo rescata y ya no son obstáculos sino accidentes que nos encuentran. 
Es un camino para caminar hasta el cansancio y en el cansancio decidirse a descansar sobre el pasto a mirar el sol o cerrar los ojos y escuchar el mundo dejarnos a solas. En el camino está toda la respiración y aunque a veces parece una prisión, en ese camino dormimos uno al lado del otro, uno cerca del otro. En ese camino tomamos las mejores y las peores decisiones, es un camino donde estamos solos y que tomamos juntos. Donde todo el mundo nos ve y nadie nos detiene. Un camino donde nadie nos molesta, un camino donde nadie nos apura, donde todo el mundo nos ve y sonríe... viéndonos caminar, por el camino de los sueños.