agosto 09, 2013

Sueños Ordenados



I- Un sueño (Octubre 2010)

Te vi en la parada de un colectivo de acá, te miré varias veces y vos me devolviste la mirada todas esas veces. Nos sentamos en asientos enfrentados pero en filas diferentes. Vos como siempre de frente al camino, yo mirando hacia atrás... Vi que sacabas la llave de tu cartera y cerré mi libro, el que fingía estar leyendo, vos tocaste timbre en la puerta del medio, yo bajé por atrás.

Cuando pisé la calle ya no estábamos acá, estábamos allá. Caminamos unas cuadras y empezó a llover, creo... yo no veía nada ya. Doblamos la esquina en una de esas calles que supimos y bajo la puerta de algún Banco o edificio del estilo, en el hueco de una puerta giratoria ya no había distancia de tiempo ni espacio.

En el reencuentro el sabor era el sabor de siempre, al tacto todo se sentía como ya se sintió y lo que pasó que nunca había pasado era tal como el deseo trunco había prometido tantas veces... tal como lo avisó.

Grité tu nombre en el sueño, no sé si lo grité dormido, no se si te desperté... aún no vi en el espejo si tengo tus marcas en mi espalda, o si quedaron adonde quedan siempre.

II - Otro sueño (Noviembre 2010)

Intentaba argumentar mi posición con tus palabras, las que habías pronunciado presa de no sé bien qué clase de pasión, o confusión.
La habitación en donde estábamos no me era del todo familiar, pero había cosas que me daban la impresión de haber estado antes ahí, pero nunca con vos. No existen muchos lugares donde hayamos estados juntos, ni separados.
Por un instante dudé si éramos nosotros, pero vi que en tu hombro desnudo había pecas y que en mis ojos había obsesión, ganas de explotar o de morir y matar.
Charlábamos en un idioma que nosotros entendíamos y los demás no. Creo haber percibido fastidio en los otros y alguien dijo "siempre volvemos al mismo lugar con estos dos" o me lo dije yo en mi cabeza, tal vez.
Cuando todos se fueron nosotros nos fuimos, pero no nos fuimos juntos y sin embargo siempre estábamos uno al lado del otro.
En la puerta nos miramos, y ya supe que éramos nosotros... tus ojos me miraban con ternura y yo ya no tenía miedo.

III - Trilogía de los sueños (Julio 2011)

Los pies caminaban el mismo rectángulo que la vez anterior, en un mes anterior pero en la misma semana, casualmente siempre. Lo que permanecía intacto era idéntico, digo la sonrisa y la maravillosa inmensidad de su pequeñez.
Debo haber yo mismo sonreído enormemente porque ella también lo hizo congelando el Universo y dando el premio más grande a mi corazón que late diferente, feliz. Aposté a la sorpresa como a veces y, aunque no siempre pasa, creo que aposté bien.

Desapareció el cansancio por siempre, por esos días que fueron cortos y volaron fugaces, volátiles, ansiosos por no irse. La ciudad que se había apagado volvió a encenderse, dejándonos a solas con un montón de gente.
Algo nos conectó -alucino para mis adentros, ingenuo-.

En todas esas pocas horas de felicidad pero todas las horas que existieron al final, medí su cuerpo en mis brazos y siempre su mirada cambió el rumbo del reloj. En la insomne quietud de la noche (amanecer) sentí su voz en mis oídos, su cuello en mi nariz, su pelo en mi boca y su respiración, y
su risa cuando duerme y cuando no. Vi sus manos, que recordé iguales de profundas y de blancas.

Su sonrisa parecía decirme que me quede cerca, por las dudas, que me quede ahí y yo no di por cierto el amanecer, no quería despertar.

El tiempo no pasó en su rostro pero hizo un remolino en mí, en el techo dibujé estrellas infinitas
mientras contaba las horas por pasar. Ella dormía, yo no dejaba de soñar.

Yo confesé querer quedarme un día más y ella dijo que lo hiciera. No quise arruinarlo, y me fui, feliz, por fin. Como siempre, pensando en que pronto volveré. Como en los dos sueños anteriores.

IV - Sueños y no sueños (Agosto 2011)

¿Entonces todo fue un sueño? Esa frase inició un período de espera. Llegué temprano pensando que era tarde y así y todo me perdí el arribo. No era un viernes como los de siempre, algo que nunca pensé posible estaba sucediendo y en el lugar que lo había soñado tantas veces y con un desenlace diferente, real. Como en todos los arribos la imagen confirma que no solo en los sueños existe eso que no puedo explicar pero habita ahí: cerca de un lunar. Entre todo el caos en rededor se detuvo el tiempo un rato como se detiene siempre, creo que esta vez teníamos el gesto serio, pero yo nunca me percato de mis sonrisas (existen pero yo no las veo).

Otra vez no hubo cansancio, pero de caminarla se achicó la ciudad conectándose por todas sus calles y recorriéndola la hicimos continua, cercana... perfecta. Por obvias razones hubo mucha luz de día con sol pero, también, de noche sin él.

Cada vez que las distancias se acortaron el mundo se detuvo, ausente de sonidos y sin pasajeros en las calles, sin testigos en las esquinas ni espías en los balcones. De sur a norte y de este a oeste el viento nos desafió, el frío estuvo siempre merodeando y acechando nuestras caricias, que fueron abrazos y que fueron todo.

El tiempo corrido dio lugar a las risas, sonrisas, palabras; hubo canciones y un cantor, o dos. Hubo un par de preguntas y hasta hubo respuestas, aunque no todos los sentidos iluminaron lo que se dijo -serás esclavo de tus propias palabras cuando tu estado no sea el ideal-

La despedida fue más larga que la vez anterior y quise reafirmar lo que había dicho esclavo de mi estado... ella miró y se fue, 72 horas después de haber cumplido varios de mis sueños.

Y hasta el último momento nos miramos...

Cuando finalmente partió, metí las manos en los bolsillos... moría de frío, estaba desabrigado y ella no estaba conmigo (en persona).

V - Ensueño (Octubre 2011)

A veces nos quedamos sin palabras para explicar lo que sentimos. Por suerte, basta con cerrar los ojos y dejar a las imágenes llegar, a los sonidos, a los aromas, a los silencios, a los lugares, a las risas, a las caricias, a los besos, al sol y a la lluvia, al campo y la ciudad, a la ruta y la rivera, las plataformas y las mochilas, las marcas de los dientes, los dolores de cabeza, el calor y el frío. Las canciones que nunca soñamos escuchar y bailar, juntos.
Perdón, me corrijo, yo siempre soñé pero no encuentro palabras que puedan descubrir algo tan lindo, el ensueño.

VI - Continuidad de los sueños (Noviembre 2011)

Pensaba como continuar contando sueños que se cumplen cuando me mira con su mirada que hace feliz y ese incomparable suspiro que exhala al término de cada frase que enhebro por y para.
Pensaba en eso mientras miraba por las ventanitas detrás de la gente pasar el túnel sin parar. No perdía de vista que en algún momento debía pararme y bajar, y todo eso me traía más pensamientos de como continuar contando sueños estando despierto.
Caminé por las escaleras que suben pensando y pensando, caminé las cuadras que me acercan a esta lejanía cercana y distante. Seguí pensando mientras subía la rampa y más cuando volví a subir las escaleras, también cuando las bajé.
Mientras cenaba una cena y esperaba la espera, seguí pensando palabras, y cuando finalmente estuve en camino, el que no quiero recorrer nunca, mi pensamiento se detuvo, mi cuerpo se apagó, mi mente se puso en blanco, ya estaba durmiendo, ya no estaba soñando... ese sueño hermoso.

VII - El intruso de los sueños (Diciembre 2011)


Me escabullí en puntas de pies mientras dormías con mis pinceles y pese a que no se pintar dibujé un paisaje que parecía real. Nos sentamos, como nos sentamos muchas veces, un poco frente a frente, otro rato uno al lado del otro. No hacía frío y no hacía calor, no era como otras veces pero el cielo sí era azul, sin nubes.
Hablamos, mucho, como siempre, yo empecé y vos te animaste luego, yo callé satisfecho, disfrutando cada palabra que me trae algo nuevo, algo que nunca voy a olvidar, al menos en los próximos cinco minutos. Durante los próximos cinco años recordaré el sonido del pájaro que cantaba, el aroma del césped y el color del mar... y con qué mano peiné tu pelo.
Una mueca tuya, una sonrisa mía, un poco de sol en las mejillas, yo que vuelvo a reír, vos que mirás el horizonte, con la mirada extraviada en silencio, yo te vuelvo a observar, no doy crédito a mis ojos a veces, y pienso en las vueltas del destino.
Cuando de a poco el sol se retira, me doy cuenta que se corre la pintura con la que pinté este cuadro inolvidable, de a poco se borra el cielo y el verde del lugar... aparece el cielo oscuro y las estrellas, el canto de los pájaros se desvanece, ya no es de día en este lugar. Ni siquiera es ese lugar, ahora es solo una habitación a oscuras, en silencio y con el leve compás de tu respiración. Yo junto mis cosas y me voy, de nuevo en puntas de pies. Te dejo seguir durmiendo y abandono el sueño tuyo en el que me metí sin que te dieras cuenta.
Te dejo una nota debajo de la almohada, porque mañana no recordarás que soñaste conmigo.

VIII - Otro capítulo de los sueños (Enero 2012)

Ese mismo trayecto diez años atrás había sido parte de una pesadilla fugaz que siguió a un sueño eterno. El mismo lugar de partida, la misma estación de llegada, el mismo lugar para la espera, la misma persona llegando por la misma calle. La misma sonrisa, la misma mirada.
También sentí vergüenza debo decir, mis ganas me llevan a todos lados y a veces no sé como debo actuar. Todas esas personas de las que siempre hablamos estaban ahí, y también las que nunca mencionaste. Como ambos sabemos puse a funcionar esa maquinita que es mi mente y que es mi memoria, buscando familiares detalles en las esquinas, en las veredas y en los autos estacionados que ya no eran los mismos. Jugué conmigo mismo a adivinar la puerta de tu casa unos metros antes y perdí. Perdí conmigo, así que no dije nada. Es que la última vez que estuve de frente a esa puerta era de noche, la última vez que estuve de día ahí, estaba de espaldas.

Muchas veces había pensado y soñado ese momento, en que alguna vez volvería a ver ese pasillo que va a la izquierda, esa mesa donde calmé mi frío, mi hambre y mi miedo alguna vez. Y al final de todo ese camino estaban las personas que (recordaba) nunca olvidé y las que nunca conocí antes, más que por fotos que fijo en mi memoria. Todos tan parecidos y en movimiento. Yo tan distinto y tan quieto, tan cuidadoso, tan callado, tan... ¿antipático?

Como siempre, quería ganar ese juego no quería perderlo y no era posible empatarlo, no quería ganarte a vos, pero tampoco quería que me ganaras. Y tan lejos de mi mano, del otro lado de la mesa. Te miro todo el tiempo, vos mirás la mesa, mi mano tiene ganas de la tuya... y cae el sol. El día se empieza a ir, y yo que arranqué con ganas de dormir, ya estoy despabilado en el medio de otro capítulo de los sueños, ese en el que ya estoy sentado a tu lado y mi mano está en tu pierna, en el que escucho tu risa, en el que ya no estoy tan callado, en el que ya no soy tan quieto, en el que aún sigo cuidadoso, pero encantado, envuelto en otro capítulo de los sueños...

IX - Tal vez sueños estivales (Enero 2012)

Por primera vez en todo este tiempo llegué temprano, antes que vos. Una pequeña demora y un chiste malvado, pero merecido, me hicieron llegar a tiempo, esta vez.
Pude ver el instante preciso en que la gente que baja delante tuyo deja de ser importante y la que viene detrás también. El mágico instante en que un espacio vacío de se llena con tu figura. Cansada, trajinada y acá mismo, en persona, junto a mí.
Te espero, no me arrimo, te dejo respirar, te espero, te abrazo, mejor después, hace calor esta vez. Te beso, un poquito, que puedas respirar, hace calor. Libero tu espalda del peso, y tus manos también. Y quiero verte fumar, no hablo del humo, hablo de tus manos.
Es de noche, más tarde que de costumbre, la ciudad tiene las luces bellas, las estrellas están y en la calle no hay mucho, hace calor, pero hay paz. Hay calma en nosotros también, compartimos el cansancio...
Vamos a caminar sin dudas, siempre te hago caminar, y hace calor. El color de nuestros rostros cambia, el sol, el calor. En el tuyo, los ojos brillan cada vez más, momentos únicos, los ojos grandes que cambian de miel a verdes, y yo trato de mirarte lo más posible, de reojo, de contrabando, sin que te des cuenta.
Te sigo haciendo caminar, hace calor, el sol te quema, te aplasta, te derrite... a cambio de todo esto te dejo dormir, todo el tiempo que necesites, y ahí si te miro (ojos que no ven corazón que no siente). Mientras dormís, con alguna caricia suspirás o sonreís o te acomodás para ser acariciada. O tal vez estés soñando, sueños estivales...

X - Sueños sin aire (Marzo 2012)

Me fui a dormir un sueño de varias noches y por eso mismo apagué el despertador, dejé varias botellas de agua a mano y elegí mi mejor pijama, o sea ninguno. Cerré las cortinas para que ni el sol ni ninguna otra clase de intruso te interrumpieran. Dejé abierta la ventana para que entrara el aire que se respira en los momentos que hay que respirar, sin falta.

No me tapé más que con una sábana porque se que así se hace (juntos). Luego, seguramente, me tape y destape sin cesar...

Súbitamente me desperté al no poder respirar. Un nudo en la garganta, un nudo de las sábanas, me había enroscado entre sueños, y girando sobre mi cuerpo inquieto había enroscado la sábana alrededor de mi cuello, ahorcándome, ahogándome... sin poder respirar.

No fue eso lo que me llamó la atención ni lo que lamenté sino que entre mis manos había una almohada apoyada sobre tu rostro, asfixiándote, ahogándote... no dejando que respires...

XI - Sueños que no cambian (Marzo 2012)

Luego de despertar asfixiado, asfixiante, me quedé un rato quieto mirando el techo como aquella primera vez, quieto buscando no romper nada con mis codos, sin querer. Fue en ese momento que recibí ese golpe, colisión inesperada y me quejé pero además abrí los ojos del todo y dejé de escuchar las voces que no se callarían por horas.
El sol que entraba por las hendijas cocinaba mis ideas, esas ideas que nacen crudas, viven crudas y a veces se incendian de golpe. Repasando las hojas y las horas, redescubrí qué era lo que de los sueños alimenta nuestro espíritu, y confirmé que es esa respiración, mi mano en tu espalda (si es que esa es tu espalda), o tu pecho o tu cabeza y tus cabellos, su perfume.

Y que cuando en mi pecho hay una piedra de fuego por corazón, tu cuerpo fresco se acomoda entre mis brazos y se queda ahí, quieto, sereno, resignado (o no), latiendo y de nuevo respirando, cómodos, en silencio o con mis frases susurradas como una canción de cuna... en tus oídos, a tus oídos en línea directa con algo que sentís y no pensás... en el medio de todos los cambios, de todos los años y toda la vida... estos sueños que no cambian...

XII - Sueños hechos con música (Marzo 2012)

Pero, ¿qué es la música sino el cúmulo de los estados de ánimo? En la música nos conocimos y en el intercambio nos enteramos que había mucho que compartíamos y mucho por conocer. Por aprender. Yo descubrí algunas canciones que no sabía que existían y nunca más dejé de escucharlas. Te hice escuchar vez olvidaste, o que nunca terminaste de escuchar. Y otras que habrán quedado guardadas y que tal vez cada tanto te recuerden a mi. Hice mi propia colección de canciones en mi memoria para no olvidarte nunca (como si existiera la posibilidad de siquiera intentarlo), hice mis propias canciones cuando ya no encontré canciones que hablaran de vos, y cada día las escuché, cada día las volví a escuchar para darme cuenta que eso que estaba en la música eras vos, y era yo.

XIII - Fugaces sueños pasados por agua (Abril de 2012)

Nunca antes había recorrido tan rápido esa distancia que nos separa y nunca me había llevado tanto tiempo estar cerca tuyo, una vez salvada esa distancia. El cielo, furioso, hizo realidad sus amenazas azotando nuestro sueño de esa noche con una tormenta repleta de agua y vientos y rayos y viento y truenos y vientos y todo eso que ya sabés porque estabas ahí. Mientras esperábamos juntos, pero no uno al lado del otro, a que todo empezara a terminarse yo tirité con todo mi cuerpo, los huesos calados. No recuerdo haber tenido tanto frío ni tanto miedo en tener tanto frío, ni siquiera en sueños.
En una especie de trinomio milagroso, la música se juntó con la luz y la tormenta dejó de ser importante o estar presente... y todo siguió como debía seguir, inclusive el final que fue el principio de cruzarnos en una calle que yo no conocía y que ninguno de los dos sabía adonde terminaba ni adonde estaba el otro, y fue ese instante de verte verme con tus ojos que son los de siempre, por algún motivo fantástico y por algún otro cruel, tan cruel... descubrir que éramos lo mismo, como tantas veces soñé.
Con la forma de dos gotas de agua que cubrían a dos personas... nos saludamos como yo nunca quiero, caminamos como muchas veces y más que nunca, esperamos como ya esperamos una vez y entonces tu cuerpo que empieza, para nunca parar, a tiritar.
Yo sé todo: sé que tenés frío, sé que odias el frío y al verte así, a mi el frío se me va y desde lo más profundo de mí llega una inmortal necesidad de quererte, de cuidarte, de salvarte, de protegerte... una necesidad que es mía desde siempre y que vos, orgullosamente, no necesitas necesitar. Todo esto hace que me empiece a raspar la piel con las uñas, intentando lograr una piel que te proteja, que te abrigue, que te cuide, que te de serenidad, que te relaje, que te haga recostar tu cabeza en mi pecho, que haga que te abrace, que te dejes abrazar y que ese frío pasado por agua sea fugaz, pero que el sueño sea eterno, que no terminen nunca estas pocas horas, que no terminen... es lo único que pido a cambio de este frío...

XIV - Sueños Irreversibles (Mayo 2012)

Cuando no podía explicarte el por qué no duermo todas las imágenes estaban en mi cabeza. La de cerrar los ojos y las de volverlo abrir y encontrar que todo había cambiado y era entonces diferente, probablemente la revelación que nos trae despertar y comprobar que todo fue un sueño y que cerrar los ojos terminó con el en vez de iniciarlo...
Siempre habrá tiempo para dormir una vez fuera de ese sueño. Es como salir al balcón, al patio o a la puerta de casa y encontrar que una flor se murió o una planta se secó, un irreversible momento, el mismo al ver partirse en mil pedazos una copa de cristal o un plato de cerámica, o el espejo de la maldición... irremediables.
El momento de dejar caer la carta en el buzón o cuando ya el señor de la oficina postal la guardó y no nos la va a devolver, es el hecho consumado e imposible de revertir, la carta viaja hasta llegar allá.
Y a veces descubrir que la frase que recién termino de pergeñar no provocará esa sonrisa, esa risa, esa mirada, que no está nunca junto a otros y que solo está en la intimidad, en la soledad, en la tranquilidad, en el sereno respirar, en uno o en otro lugar, en una u otra estación, en mangas cortas o largas, al aire libre o en una habitación, de derecha a izquierda o de arriba a abajo, de frente o en una ele, si querés... en un sitio que solo nosotros conocemos y al que solo nosotros podemos entrar y que no siempre ha tenido la misma efectividad... pero que está ahí para encontrarnos... hasta que se genere un sueño nuevo, en donde para hacerte sonreír me baste con querer.
De todas las sonrisas esa está guardada en mi corazón arcón de recuerdos. Tus dedos que peinan tus pestañas que protegen tus ojos hasta de mis dedos peligrosos. Uno de ellos descubre una pestaña que cayó y la rescata, pronto el impulso del aire de tu boca la hará volar. Pero ninguno de los dos pide un deseo. Yo los he pedido sin pestañas, aún no se cumplen.
Hombro con hombro sentados exhaustos, cansados, dormibundos... tu perfume intacto en mi nariz inquieta, el extraño silencio de un lugar tan ruidoso, siento la paz llegar a mi cuerpo y de golpe todas las horas ya están pasando, no falta mucho para que te vayas y yo lo voy a intentar todo para que pase mucho tiempo más... en ese lapso logro más risas y sonrisas tuyas y hasta yo me río. Mi cabeza choca contra un vidrio, vos te reís mucho, yo no quiero hacerlo pero que rías me hace reír, es una cadena imposible de romper...
Como en casi todos los sueños hace frío y medimos la temperatura de nuestras manos, que encajan perfectas, tan distintas, tan opuestas, como los polos... Mis manos debajo de mis brazos cruzados no sirven para nada, nunca...

Finalmente, se termina este pedacito de sueño y en el filo de la despedida, se encuentran nuestros labios, vos tenés que irte y yo me quedo, me quedo mirando, como siempre, y como te das vuelta para mirarme por última vez. O hasta la próxima...

XV – Un pedacito de sueño (Mayo 2012)

De todas las sonrisas, esa está guardada en mi corazón arcón de recuerdos. Tus dedos que peinan tus pestañas que protegen tus ojos hasta de mis dedos peligrosos. Uno de ellos descubre una pestaña que cayó y la rescata, pronto el impulso del aire de tu boca la hará volar. Pero ninguno de los dos pide un deseo. Yo los he pedido sin pestañas, aún no se cumplen.
Hombro con hombro sentados exhaustos, cansados, dormibundos... tu perfume intacto en mi nariz inquieta, el extraño silencio de un lugar tan ruidoso, siento la paz llegar a mi cuerpo y de golpe todas las horas ya están pasando, no falta mucho para que te vayas y yo lo voy a intentar todo para que pase mucho tiempo más... en ese lapso logro más risas y sonrisas tuyas y hasta yo me río. Mi cabeza choca contra un vidrio, vos te reís mucho, yo no quiero hacerlo pero que rías me hace reír, es una cadena imposible de romper...
Como en casi todos los sueños hace frío y medimos la temperatura de nuestras manos, que encajan perfectas, tan distintas, tan opuestas, como los polos... Mis manos debajo de mis brazos cruzados no sirven para nada, nunca...

Finalmente, se termina este pedacito de sueño y en el filo de la despedida, se encuentran nuestros labios, vos tenésque irte y yo me quedo, me quedo mirando, como siempre, y cómo te das vuelta para mirarme por última vez. O hasta la próxima...

XVI - Sueños Invernales con café con leche y tostadas (Junio 2012)

"Estoy esperando a alguien, gracias". En el Bar El Cairo, son las 6 de la tarde y recién llego de la calle, dejo el saco en la silla y me saco los guantes y la bufanda, hoy no me puse el gorro, no te lo puedo prestar tampoco. Miro por la ventana a la gente caminar rápido, echando humo por la boca y con el rostro cubierto por las bufandas y las solapas de los abrigos. Pienso en Europa, el frío me hace feliz.
Juego con un sobrecito de azúcar, mientras el olor a café me recuerda que tengo hambre y te espero, como esperaba este momento desde el comienzo de la mañana cuando me fui y dije "hasta luego". La gente alrededor charla, discute, se ríe o está sola y lee el diario o un libro o mira la televisión que está sin sonido, en el noticiero. Otra mira por la ventana, algunos escriben. Yo juego con el sobrecito de azúcar y huelo café y pienso en tostadas y manteca.
El mozo vuelve a pasar, sigo esperando, saco mi cuaderno, tomos unos apuntes, estas ideas se van luego y no vuelven, hasta aparecer en algún momento muy ocupado...
En la recta final de este otoño, luego de haber crujido todas las hojas de los árboles en el suelo, los días se hacen cortos (preludio del invierno), este frío, este viento helado, esta merienda de tarde a oscuras, como la primer noche del día.
Se abre la puerta y entrás con tu rostro blanco, pálido, mortecino... tus labios azules, tus dientes rechinando, tus ojos mostrando debilidad, te sentás y nunca te sacás el abrigo, entonces yo estiro mis manos y agarro las tuyas y un escalofrío me corre por el cuerpo, sos el invierno... llamo al mozo, pedimos café con leche y tostadas, nos miramos un rato largo sin decir nada. Prendo un cigarrillo y te ofrezco uno.
Sí, en este sueño invernal en el que te espero en un bar al reparo del frío, yo fumo y se puede fumar. Es un sueño con café con leche y tostadas y mucho frío... del otro lado de la ventana...

XVII - Sueños de un escritor aficionado (Agosto 2012)

No es sencillo este oficio de escritor aficionado, adquirido por la emergencia de las cosas por decir, inesperadas y a borbotones, obtenidas sobretodo de madrugada casi siempre de la tristeza. No es sencillo darse cuenta que es difícil decir lo que se quiere y que se entienda. De alguna manera me olvidé de hablar, y en esta búsqueda de palabras me refugié en ésta bitácora en donde las palabras quedan a la espera pero nunca desesperan.
En algunos momentos de incontenible gravedad, preferentemente tristes, innegablemente tuyos, aparentemente nuestros, insuficientes pero optimistas me digo a mi mismo que es el momento de escribir algo que pueda servir de algo, a los dos, a mi... o al menos a vos... Y entonces entiendo que no es sencillo el oficio de escritor aficionado, adquirido. No se puede ser intencional y hay que sentarse a esperar, ahora sí desesperar, a que surja algo que merezca las horas, la tinta. Algo que haga juego con tus ganas, que son de siempre, incondicionalmente compañeras que son más ciertas que nuestras mañanas y que nuestras caricias...
No es sencillo el oficio de escritor aficionado, adquirido, soñador... ese que escribe con el corazón y que a veces te roba una sonrisa... y que cuando te sonríe intenta conquistar tu corazón... para siempre, esta vez.

XVIII - Sueños que se reencuentran (Agosto 2012)

Una extraña variante en el trayecto: el que siempre iba estaba volviendo, la que siempre viajaba en las alturas ahora veía el camino ahí nomás, cosas nuevas a la vista, las voces de siempre... y, claro, el perfume.
La rigidez de las últimas veces estaba en ambos, un desafío pronto a vencer, tanta gente alrededor y vos un rato en mi mundo... el más relajado de mis mundos, el espontáneo... rodeados de todos, de esos y de los otros. Un largo camino y una rápida partida.
La oscuridad parece un aliado, no hay nada que ver adelante solo el horizonte constante alguna que otra luz y la obligación de vencer al cansancio, al dormir.
Una frase se suelta hacia ahí, otra viene hacia acá... estamos charlando acerca de una pesadilla, estamos hablando de cosas nuevas, viejas, tuyas, mías, de los dos, de ninguno. Estamos hablando. Se está pareciendo a algo familiar y tan querido. Yo ya no te pregunto tanto, no hace falta: vos ya me contás... poco a poco se aflojan las cosas y empezás a ver cosas que no habías visto antes en este lugar...
Hacés un comentario sobre la ciudad y a mi me extraña, pregunto de dónde sacaste eso. Decís que te lo dije yo y te dejo mentir... no tiene importancia, hoy no, hice un pacto conmigo mismo. Si parece que cambié me propongo parecerme a mi mejor versión...
Cuando llega el amanecer al otro día, toda la lluvia se fue, se escuchan pájaros y tu respiración dormilona. Yo no estoy inquieto, otra vez el pacto...
Cuando finalmente estamos de pie, sentados frente a frente, ya parecemos ser nosotros... un parque lo va a confirmar, unas cuantas sonrisas también, tus ojos brillan como antes, yo sonrío como siempre (con vos) y el tiempo pasa tranquilo, sin apuro, con el descanso en nuestros seres, reencontrándonos en un abrazo, con un abrazo, por un abrazo... vos necesitabas uno, yo te di cien... me guardo un poco de vos en el pecho, para los días que vengan... recordando este día en el que me reencontré con el sueño que me hace feliz... y en que intentamos curar un poco las marcas de tu pesadilla...


XIX – La visita a mis sueños (Septiembre 2012)

Eran mis brazos alrededor de tu cintura y vos sentada sobre mis piernas, esa foto conocida... mirábamos televisión pero no la veíamos, recuerdo el sonido y no la imagen. Me contabas de algún lugar en Buenos Aires, me contabas sobre una botella de whisky y un conductor nocturno... un auto fuera de control y yo te hice una pregunta, me contestaste y no entendí y entonces te pregunté de nuevo, acercando el oído para escuchar mejor... vos también te acercaste, apoyaste tus labios en mi oreja, susurraste algo y yo abrí los ojos, en el sueño y en la cama... me desperté y la tele estaba prendida, vi la hora: las 6 de la mañana de un Domingo... apagué la tele, miré a los costados, no estás... me vuelvo a dormir, a ver si te encuentro de nuevo y descubro qué fue lo que dijiste.. En la visita a mis sueños.

XX – Toda el agua del mundo en estos sueños (Octubre 2012)

Si toda el agua del mundo cayera sobre nuestras cabezas, tal vez, quizás, en una de esas, estos días no queden náufragos en esta especie de Océano que es la memoria (y el olvido una tormenta).
Si toda el agua del mundo cayera sobre nuestros cuerpos y aún así no se ahogan nuestras risas podríamos seguir adelante en esta ruta, atravesando el cielo entre montañas o bajando en la más profunda oscuridad.
Si toda el agua del mundo cayera sobre la tierra y encontráramos en dónde refugiar nuestro abrazo eterno, podrías apoyar tu cara sobre mi pecho, yo la mía en tu cabeza, hablarte bajito, oler nuevamente tu perfume, dejarte tiritar y recorrer con mis manos tu espalda... hasta que de tanto silencio y cariño... notemos que aún no ha caído toda el agua de mundo, en estos sueños.

XXI -  El camino de los sueños (Noviembre 2012)

Cuando tomamos ese camino juntos, uno al lado del otro, de la mano o no, pero siempre en mutua compañía, ninguno sabe hasta donde podríamos llegar. Se trata de un camino muy largo del que no se ve el fin y en el que a veces llevamos el mismo paso, a veces no, a veces uno se detiene a atarse los cordones y el otro se adelanta, de golpe el rezagado corre y alcanza al otro pero este a veces corre más rápido y se vuelve todo una carrera y a veces una persecución. 
En este camino, todos los climas existieron inclusive un temporal y un abrazo estival del Sol un compañero ocasional, no tan frecuente como la Luna y las estrellas. El camino no siempre fue igual, a veces sobre césped, alguna vez sobre la arena... fue cuesta arriba, fue en bajada... fue un camino en círculos, en una noche, en una plaza, un círculo que no paramos de trazar con nuestros pasos mientras duró la sed. 
Un camino con piedras, piedras en el camino, piedras en el zapato y piedras preciosas en tu mirada, la fuente de toda la luz en este camino nocturno.
Es un camino señalizado, conocido, cotidiano y pese a eso muchas veces no podemos esquivar los obstáculos, como los pozos del camino, del ánimo, del corazón... y a veces cuando uno cae en un pozo, el otro lo rescata y ya no son obstáculos sino accidentes que nos encuentran. 
Es un camino para caminar hasta el cansancio y en el cansancio decidirse a descansar sobre el pasto a mirar el sol o cerrar los ojos y escuchar el mundo dejarnos a solas. En el camino está toda la respiración y aunque a veces parece una prisión, en ese camino dormimos uno al lado del otro, uno cerca del otro. En ese camino tomamos las mejores y las peores decisiones, es un camino donde estamos solos y que tomamos juntos. Donde todo el mundo nos ve y nadie nos detiene. Un camino donde nadie nos molesta, un camino donde nadie nos apura, donde todo el mundo nos ve y sonríe... viéndonos caminar, por el camino de los sueños. 


XXII - Un sueño postergado (Febrero 2013)

Cuando la interminable noche se convirtió en la inevitable mañana mis ojos soportaban con esfuerzo los rayos de luz y mis pies pedían permiso, descalzos, sobre el parqué. La ventana es lo suficientemente grande para que todo entre por ella pero las paredes enfrente y el límite de lo que mis ojos pueden ver me impedían e impidieron siempre, ver lo que podría llegar a pasar. El ansia por prever estúpidamente.

Junté todas las fuerzas y apuré ese vaso de leche matinal, veraniego y mientras cargaba todas mis cosas (las que poseo y las que llevo adentro, también) hice un pacto con los días por venir... un pacto que estaba dispuesto a romper en cualquier momento.
Lo que nos une ésta vez no estaba surtiendo efecto y en vez de coincidir nos estábamos corriendo un poco, sin sabernos del todo, algo distinto.

Los rayos del sol curtían la piel enrojeciendo la mía en un punto que conozco en la tuya. Mi mirada en el horizonte y mis latidos en el punto de partida. Nada de todo esto podía salir de mi boca, el pacto estaba vigente y la serenidad de los demás comenzó a tomarme de la mano y a invitarme a despojarme. Cuando el camino es sereno las ideas se van cayendo por las ventanas y las vi en mi espejo retrovisor.

El lugar donde soñaría estos días mantenía su encanto. Todo lo que tenía que estar ahí estaba y lo que no , perfectamente. Una vez en el medio de la nada, la nada también fue el objetivo, la nada misma. Nada que pensar, nada en que ocupar la mente, la nada convirtiéndose en todo lo que había ido a buscar.
En contacto con todos los sentidos infinitas fueron las estrellas, fugaces o no. El silencio de la noche, el silencio que viene con un sonido diferente. El eco de los gritos y la brisa ínfima.

Entretanto la lluvia se preparaba. Al otro día no cabía duda de tu presencia, la lluvia estaba ahí y venía para acá. Solo unas pocas horas y desde la puerta en una silla vi todas las gotas del cielo convertirse en todo el barro del suelo... y un aroma especial llegó de golpe. Uno que ya conocía. Uno que encontré también cuando llegué de vuelta.

Al terminar este descanso y sin perder de vista los sueños que estaban sucediéndose en simultáneo, junte nuevamente todas mis cosas las que todavía poseía y las que no había dejado en este lugar. Y mientras volvía, a tiempo para encontrarme con el desencuentro para resolverlo, para vencerlo, para convertirlo en un sueño... una piedra en el camino me dejó fuera de carrera, esperando que el tiempo no corriera, que el sol no me derritiera y no volver a perderme un sueño.

XXIII - Dos Sueños (Julio 2013)

Tantos días después de aquel día en el que la incertidumbre se apoderó de las ideas, mi cuerpo cruzó esa puerta hacia la muchedumbre, el sin número de gente que está ahí y no se sabe protagonista de una tarde que no será una más y en la que mi rostro inquieto se encontrará con tu rostro en espera de mi arribo -como siempre yo llego después - . En ese momento irrepetible pero familiar nuestros rostros cambiarán su expresión habitual en sonrisas, comisuras que se imitan como si se miraran en un espejo.

No podría explicar que es lo que sucede en mi cabeza y en mi corazón, o tal vez si podría pero no importa porque ya lo sabemos. Algo diferente en vos y algo eterno en mi hace que las diferencias no sean importantes ni ahora ni en toda la eternidad que queda por delante.

Pronto nos daremos cuenta que los pies tienen memoria y conocen el camino por lo que podemos hablar sin parar ni mirar hacia donde vamos. Y tan natural es el recorrido que cuando nos queremos dar cuenta estamos sumergidos en un mar de palabras y llenos de coincidencias que impiden distinguir si esto está pasando hoy, si pasó hace un año o si realmente pasará en unos años más.

Todos esos testigos que nunca tuvimos y que tal vez no comprendan si esto está pasando ahora, hace un año o si nunca dejó de pasar entenderán que lo que es siempre será.

Siempre el primer día será el que tenga todas las horas, porque después los que sigan transcurrirán como minutos que duran menos que sesenta segundos, todo el tiempo se va. Pero antes que eso suceda otra vez estamos riéndonos en un lugar lleno de música, lleno de noche, lleno de nosotros, ausente de todo el vacío… el  vacío que es pensar y no sentir, todo estos sueños sin saber que…

… menos de una semana después, los lugares se invierten y yo tomo el camino que vos siempre tomas y yo no conozco, pero la que espera de vuelta sos vos, porque yo siempre demoro. Intento un intento pequeño y poco efectivo de cambiar la espera y el sueño de este sábado por una sonrisa de las que vengo a buscar. Pero de nuevo es uno de esos chistes, yo creo que ya lo adivinaste. Pocos minutos después estamos en un lugar donde somos cómplices, donde nos parecemos, donde se empieza a tejer esta visita incomparable.


Algo que nunca había pasado hasta hoy está sucediendo cada minuto en este lugar que yo no pisaba hacia tanto y que sabés que solo existe si estas vos para esperar, para guiar, para reír, para soñar, para dormir, para mirarme con esos ojos inigualables, que no cambiaría por nada y que iluminan todos estos sueños, llenos de amor, de donde nunca me quiero ir y a los que siempre estoy volviendo, de alguna manera.