Cuando al día le quedan pocas horas para llegar a su fin, siempre sabemos que así será y que nada impedirá que termine y enseguida arranque otro. Pasa con los días, con los años, con todo lo que al tiempo se refiera (el tiempo, mi monotemático amigo). No pasa con la vida, la vida puede terminarse en cualquier momento y no se inicia una nueva (será así hasta que alguien demuestre lo contrario). La vida puede quedar inconclusa. La vida puede terminar y quedar inconclusa, pero también puede ser así mientras no termine. Sería difícil concluir con la vida sin dejarla inconclusa, siempre hay algo más que querríamos hacer o decir o vivir.
Vale la pena vivir para no dejar las cosas inconclusas, intentar no perderse de nada, de nadie. Intentar de nuevo, esforzarse, proponer, esperanzarse, creer, apostar, escribirlo y decirlo. Sentirlo y hacerlo. Admitir la tristeza y asumir la felicidad. Cosas que no quedan nunca inconclusas. Como decir te quiero, y luego arrepentirse de decirlo, de ese error uno de los mejores, que podemos cometer. Y no dejarlo inconcluso. Nunca.
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