abril 13, 2012

Parques


Una de las cosas que me sorprendió de mis últimos dos viajes fue el hecho de no recordar haber ido al parque en muchísimo tiempo. Y llegué a pensar que no existían parques aquí como los hay allá. Parques cómodos, soleados, verdes, con gente feliz, con gente haciendo su tarde, distantes de las tardes de los demás. Como si el aire se respirara mejor.
Noté que había cosas para ver, para hacer. Noté que nadie me molestaba ahí . Porque a veces me molesta estar rodeado. O sentirme observado.
Volví con esa entre otras ideas rondándome la cabeza. Y si bien no son idénticos, sino más pequeños, por ejemplo, descubrí que acá también hay parques que no visito.
Y fui y todo eso que vi allá también estaba aquí. Había aire, de ese que da gusto respirar. Había chicos que jugaban entre ellos o con sus padres. Jóvenes en sus propios asuntos. Viejos en los suyos. Cosas para ver y hacer.
Era todo tan parecido que hasta estaba yo. Pero algo era distinto. Algo estaba faltando. No estabas vos.
Me di cuenta que es lo que me gusta de los parques

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