Asoma un tibio sol, tímido, temporal y una nube lo vuelve a ocultar, maldita. La espalda toma la forma de la piedra, y con ella la paz la forma de la conciencia, o viceversa. Y viceversa...
El descenso es tan tranquilo como el ascenso pero con más cuidado y menos expectativa... mientras desandamos los kilómetros de paisaje nuevo de anteayer, la gente mira nuestro paso y yo no miro a la gente. Miro las aves que migran y me siento en parte como ellas... que no duermen cuando viajan... y me pregunto si viajarán cuando duermen... como yo, en los sueños.
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