En algunos momentos de incontenible gravedad, preferentemente tristes, innegablemente tuyos, aparentemente nuestros, insuficientes pero optimistas, me digo a mi mismo que es el momento de escribir algo que pueda servir de algo, a los dos, a mi... o al menos a vos... Y entonces entiendo que no es sencillo el oficio de escritor aficionado, adquirido. No se puede ser intencional en estos casos y solo queda sentarse a esperar, y ahora sí desesperar, para que surja algo que merezca las horas, la tinta. Algo que haga juego con tus ganas, que son de siempre, incondicionalmente compañeras y que son más ciertas que nuestras mañanas y que nuestras caricias...
No es sencillo el oficio de escritor aficionado, adquirido, soñador... ese que escribe con el corazón y que a veces te roba una sonrisa... y que cuando te sonríe intenta robar tu corazón... para siempre, esta vez.
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no le pidas peras al olmo no le pidas peras al olmo