septiembre 26, 2012

Poliedros


Cierta profundidad había aparecido en tus ojos, una profundidad que invitaba a quedarse. Algo imantaba mi corazón de hojalata, la versión exacta de un sentir que no había existido antes pero que viviría por siempre, y un poco más.

La repetición de la imagen era como un octógono o un dodecaedro de espejos en donde siempre tu atención repetida era mi inspiración comedida pero audaz, interesada en amar o morir. (Morir es siempre la opción segura) porque aún después de amar, morimos. Y se puede morir sin amar y hay cosas peores, se puede morir amando y morir de amor.

Y, a veces, hasta los espejos se equivocan y la inspiración falla...





Julio 2011 -    Sin astros que dejar...

1 comentario:

no le pidas peras al olmo no le pidas peras al olmo