Miraba hacia el horizonte con mi mano haciendo visera y me preguntaba hacia mis adentros, ¿Hasta dónde? pero también ¿Hasta cuándo?. El por qué y el para qué habían dejado mi boca rendidos ante la evidencia que esto era algo bueno para alguno de los dos ahora y después y para los dos después de todos los ahora y todos los después.
Contaba hasta diez siempre que me asaltaba esa impredecible ansiedad, la que me hace correr sin aire y la que me hace encerrarme sin sueño. Conté diez segundos, diez minutos, diez días, diez meses y hasta conté diez años y todos los sueños pasaron y el contador llegó a cero muchas veces momento en el que a veces salió el sol para luego llover y llover, hacer frío y llover, parar de llover y salir el sol, salir el sol y hacer frío, irse el frío y bajar el sol para luego hacer calor. Todos los climas, todos los meses, todas las estaciones, las mismas preguntas, las mismas personas.
Te vi correr y correr y alejarte y pensé ¿hasta cuándo? pero también ¿hasta dónde?. No me quedé para averiguarlo sino que volví por donde había llegado.
Pero luego te vi correr y correr escondiéndote nuevamente y solamente pensé ¿hasta cuándo?.
Te vi a lo lejos llegar hasta el fin del mundo, le habías ganado a todos los que te corríamos, los que te perseguíamos, los que no te dejamos vivir. Miraste hacia atrás al llegar a la meta, te diste vuelta para recibir ese abrazo. Pero ya había caído el sol, y llegado el frío, el viento, la nada, la soledad... ¿Hasta cuándo?.