Mientras Lisandro Aristimuño canta "es todo lo que tengo y es todo lo que hay" intento desovillar la consigna con la que un ser lo suficientemente pequeño como para haber podido entrar en mi corazón (pero lo suficientemente grande para no poder salir jamás) desafió el entumecimiento de mis dedos. No sé si puedo escribir mi historia de corazón roto pero si estoy seguro que puedo escribir mi historia de corazón reparado. Podría iniciar el relato en algún Enero del año dos mil o dieciséis meses después. Pero mi historia es de una década después, al menos.
No sé si puedo cumplir con el requisito de hallar un objeto porque no hay uno y están todos. Las ideas me fueron sugeridas pero yo, que me creo original, tal vez encuentre ese objeto al final. Lo que si puedo entender el por qué de esta historia, porque la debo, porque nunca la había visto desde este lugar. Recuerdo exactamente por qué empezó y ahí tampoco tenía el corazón roto, porque sencillamente el corazón no había quedado en mi poder, había sido expulsado de lo que yo creía que era el amor o la felicidad a rebuscarmelas como pudiera, y claro que pude. Un poco porque no me quedaba otra y sobre todo porque la gente correcta estaba en el lugar correcto en el momento necesario. Y también la gente correcta puede convertirse en la incorrecta.
Eran meses fríos, eran días decisivos y un decidido yo, saltó al vacío, sin proyecto. Una etapa signada por el "si, señor" cinematográfico y una terapeuta despreocupada, me pusieron nuevamente en un tiempo y espacio que había sido mucho para mi otro yo, el imberbe, el soñador, en otra época.
Los hilos rojos, la música, la poesía, el insomnio, los desvelos, el café con leche y las tostadas, el tren al oeste, la autopista, los viernes y lunes de fin de semana largo. La nada mismo y el todo poco. Y lo que apareció para matarlo es el miedo a perder, a dejar de tener, a dejar de ser querido, a no ser suficiente, a no valer. El dolor de hacer y equivocarse y de no hacer y también. El ajedrez, el TEG y la injusticia... La tragedia en un tren y la explosión de un edificio... Un viaje acá nomas y un viaje allá lejos y poco antes de este último, una aparición celestial... una sesión de terapia accidentada, como un reencuentro, una foto y un mensaje, un trabajo a la vuelta de otro trabajo, un reloj que nunca llegaba a tiempo, otro reloj que se adelantaba con cualquier pretexto, un mensaje para caminar juntos, las manos que nunca se quedan quietas y los ojos que nunca dejarán de mirarlas... "que se le va a hacer" diría ella, que quizás no lo sepa pero es mi historia de corazón reparado, la que le dio amparo a este yo, el imberbe, el soñador, el que no encuentra un objeto para recordar porque tal vez siempre fue el objeto... Ella que es mi historia de corazón reparado me hizo entender que no importa lo que haya pasado antes, los que hayan pasado antes y lo que hayan hecho para taparnos el sol con sus manos y hacer llover...porque también cuando llueve aparece el arco iris... y ella es mi arco iris...
El Arco Iris es el objeto y el sujeto que elijo para mi historia de corazón reparado.