enero 02, 2012

Refresco

Había imaginado muchas veces una situación similar en la que te esperaba, vestido de esta misma forma, en un banco de plaza, tomando una gaseosa o un helado, lo que sirviera para calmar el calor. Y la espera.
Llegarías de frente a mí (de ninguna manera estaría dispuesto a perderme tu llegada) con tu mirada profunda que aniquila con el movimiento de las comisuras que se dibujan en tu rostro.

Esperaría a que te sientes a mi lado y sin mirarnos, pero viendo el horizonte, yo diría "Qué calor, ¿no?" y vos sólo dirías "si". Luego, yo terminaría mi gaseosa y caminaría hasta un cesto para tirar el envase vacío. Vos apagarías el segundo cigarrillo desde el encuentro.

A mi regreso, con las manos en los bolsillos y el primer botón de la camisa desprendido, extendería mis dos manos para tomar las tuyas, te ayudaría a levantarte y con el mismo envión te acercaría a mi cuerpo y luego de abrazarte y besarte, sentiría como se refresca mi corazón.

1 comentario:

no le pidas peras al olmo no le pidas peras al olmo