Invierten el sentido de mis muecas, demostrando mi mirada insostenible, acuciante, penetrante. Ponen ojos en mi nuca revelando aquello a lo que doy la espalda. Me rodean y su contorno es infinito pero posible. Me dan vuelta confundiendo mis movimientos al querer alcanzar algo detrás mío sin voltear. Me devuelven una imagen diferente, les echo luz y la reflejan. Les doy la diestra y me muestran la siniestra. Les guiño un ojo y es el otro.
Pierdo la paciencia con ellos. No me ayudan. Estoy dentro y no puedo salir. No puedo romperlos, supersticioso. No puedo engañarlos, maliciosos. Son cierta creación del destino, insoslayables. Nos han hecho creer que son necesarios. Y les creímos.
Finalmente se me ocurre una idea y cierro los ojos. Así, finalmente, logro vencer a los espejos.
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